
La arquitectura de fin de siglo en la Rep. Dominicana
Marco conceptual
Rubén Hernández Fontana
La historia de la civilización es comparable al ensanchamiento de las ondas concéntricas en el agua.1
Cada siglo, hechos sociales, políticos y militares en un lugar, tienen como consecuencia efectos que ejercen su influencia paulatina más lejos del lugar mismo.
Entendemos como el fin del milenio esa última onda del estanque que contiene ese cúmulo de conmociones que caracterizan el proceso de formación de las sociedades.
La habilidad de comunicarse es una de las señales de que se está vivo. Cuanto más compleja una criatura, superior es su habilidad para comunicar mensajes con mayor detalle. Sin embargo, gestos y sonidos no nos comunican una idea permanente, así que el hombre desde sus orígenes percibe el medio que le rodea, lo interpreta y engendra un lenguaje gráfico.
Esta forma de comunicarse ofreció un medio para transmitir una información que podía vincular al hombre tanto en el tiempo como en el espacio.
La Arquitectura corriendo la misma suerte es, sin lugar a dudas, uno de los lenguajes que más ha usado la humanidad a través del tiempo. Esta es la expresión tridimensional de una civilización, de una cultura, de una forma de pensar y de ver las cosas dentro del espacio-tiempo, presente como derivación del pasado, que puede ser una visión conceptual del futuro en la que la evolución de la concepción formal atiende a transformaciones drásticas de aspectos culturales y tecnológicos.
Si queremos crear una arquitectura propia, debemos asimilar la idea de que esta debe ser el resultado de nuestra propias experiencias y vivencias, buscando en ellas la onda que le dio origen. Esto nos lleva a considerar que la condición y carácter peculiar de un pueblo, así como el conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares, es decir, nacionalidad, << folklore>> y modo de vida, nos darían una respuesta de lo que podría ser la curva de transición hacia la arquitectura, basada en nuestros propios códigos.
¿Puede esto circunscribir el marco conceptual de nuestros orígenes y de nuestra identidad?
Debemos recordar que donde realmente encontramos las diferencias más palpables es en los extremos; ofreciendo muestras claras de su conformación. Así encontramos de un lado la opulencia sumamente contaminada por los elementos foráneos y del otro lado los barrios informales que también nos describen: un repertorio gráfico/formal fruto de su precaria realidad.
No debemos olvidar que somos un pueblo conformado por una amalgama étnica y cultural sin una pauta estrecha única. Todo esto nos lleva a que sin duda alguna, a pesar de nuestra heterogénea identidad, parte de está la compone nuestra situación, que nos define físicamente. De esta manera, y tratando de describir el marco que encierra nuestros orígenes de exploración, atendemos a la visión tridimensional de nuestro espacio-tiempo.
La irregularidad étnica y la fragmentación social esconden una visual, una óptica no definida y amplia, sin embargo ordenada. Nuestra ciudad es el resultado resumido de todas estas corrientes, es una narrativa a descodificar; y considerar que serán las puertas que nos introducirán a una lengua viva, plena de símbolos aleatorios, que deberán entonces ser ordenados, interpretados y configurados para así reinterpretar el orden que reina en el aparente desorden, generador de nuestra identidad cultural, y por reflejo propio arquitectónica.
La interpretación de dichos patrones establecerán los artilugios que nos permitirán activar el llavín que cierra la puerta, sin exagerar; será el paso a una nueva dimensión, no en el lenguaje de discrepancias sociales, de formas inspiradas en la aparente desorganización, caos quizás, e informalidad.
Lo contrario de lo caótico entra en los niveles del orden por lo que se establecerá una especie de “Feedback” de interrelación conceptual. Será momento de máximo desorden y confusión, entropía, y acercamiento de lo infinitesimal de la naturaleza, orden de naturaleza fractal.
Lo mismo ocurre en nuestra ciudad, en nuestro entorno ambiental; haciendo un acercamiento microscópico de la ciudad, nos encontraremos con las siguientes similitudes o autosemejanzas en su estructura morfológica; la ciudad, sus barrios, sus calles, sus callejones, hasta la estructura misma del material. También la conformación de nuestras propias acciones, nuestras propias creaciones inconscientes que obedecen a nuestra humanidad. La ciudad como ser vivo se desmembra en zonas de todo tipo como gran escabrosidad.
Así nos encontramos con callejones y patios, producto de una estructura hegemónica y especulativa de nuestro sistema socio-político. Sin dejar de responder a la ciudad: callejones y patios se convierten en una fracción o segmento de la morfología, producto de la ciudad misma, buscando de esta manera la reformulación en cuanto a la construcción de las formas de nuestro medio vivencial.
Lo sopesado de estas formas conceptuales nos llevará a la multiplicidad, una sencilla complejidad llena de información, que se transcribirá en nuevas creaciones matemáticas, tal vez en una respuesta natural.
Recordaremos que el Moderno utilizó la tecnología para imponerse a la naturaleza, nuestra tiempo debe buscar la tecnología como un medio para enaltecerla. Entendemos que en lo antes expresado existe una dimensión espacial diferente que encontramos en callejones y patios: con respecto a la luz, las texturas, la idea de borde, la multiplicidad de los materiales. Así una tabla podría convertirse en un elemento significativo, pasando a ser un elemento referencial, digno de emular dentro de nuestro entorno formal. Debemos ver más allá de lo físico o de lo meramente compositivo y ver las intenciones de dichas edificaciones o conjunto de edificaciones.
Hay que lograr que la arquitectura de fin de siglo sea reflejo verdadero de nuestra región, quizás una síntesis de “500 años que nos hablan de su desgracia.”
Todo esto con el manejo intelectual requerido, entrando de lleno a los arquitectos como interpretes de la narrativa socio-económica de nuestra identidad, en su expresión dentro del espacio-tiempo. Logramos de esta manera una arquitectura capaz de describir nuestra condición de ser, de nuestra realidad.
Los puntos están vertidos, solo falta echar a andar el mecanismo y que las demás ideas surjan.